Seis vestidos seis. Como los seis eran los toros a los que se enfrentaron el Niño de la Palma hijo, Antonio Bienvenida, Antonio Ordóñez y otros maestros en la Plaza de Toros de la Ronda que lo vio nacer. Seis trajes de flamenca de los otros tantos que mostró fueron suficientes para hacerse una idea del trabajo de Javier Jiménez. Pero el peor astado con el que tuvo que lidiar Jiménez fue el nefasto horario que cual lluvia sobre el albero no permitió que se luciera la faena. Y es que después de cuatro días intensos entre volantes, el público autóctono decidió cederle el sitio al malagueño, que ya venía convencido de casa. No obstante, Jiménez no lo tuvo todo perdido. El creador sacó encaste y sin caer en las obviedades, dejó entrever de dónde proviene.
Javier Jiménez pasó por los primeros tercios a base de canasteros con fondo, plantas erguidas y ligazón de metros de tela…. Un cambio de mano redondo en un dos piezas con falda bordada en beige que, siguiendo con el arrojo torero, no podía lucir otra que la hija del diestro Emilio Muñoz…. En el último tercio una faena templada, valiente pero asentada que dejó degradados y grises cual hilos de plata que decía Rafael del Estad que los cosía la luna. Todo para llegar al toro zahíno con el que Lola Alcocer cerró un pase de acertada espada.
Pero lo del pasado domingo fue un mero paseillo en una plaza por conquistar. Porque los que ya conocen su trabajo en novias y ceremonia saben que tras Javier Jiménez se está forjando un maestro. Pero no adelantemos acontecimientos….