Día intenso el vivido ayer viernes en el Salón Internacional de la Moda Flamenca. Comenzó Arte y Compás inspirándose en las flamencas de los años 50, 60 y 70. Con sus trajes, trajeron a nuestros días el sabor de antaño y consiguieron recrear las fiestas populares de antaño: de Cruces de Mayo a Ferias.

Después de la firma gaditana Maralva, llegó el turno de los complementos de Trinitrán. La firma cordobesa compartió escenario con Ana Morón.

La de Umbrete ha decidido en esta ocasión homenajear a Goya. A través del genio aragonés pudimos ver madroñeras pero no como adorno, sino como parte de los vestidos. Porque Ana Morón continuó fiel a su premisa de cuidar cada detalle y hacerlo de manera totalmente artesanal. El público pudo captar la destreza con la aguja de Morón en el pase blanco y negro y el gusto por las transparencias, siempre cuidadas y que dan como resultado una sensualidad refinada. La artesanía de Ana Morón también quedó presente con bordados y adornos de carruchas. La diseñadora, que confeccionó uno de los mejores pases que se han visto hasta el momento, cerró el pase con 5 vestidos de novia, su presentación dentro del mundo nupcial.

María de Gracia fue la siguiente. En primer lugar, celdas de panel de abejas hechas con tubos fluorescentes.  Una escenografía totalmente necesaria para leer la clave de sus propuestas: trajes de flamenca inusuales hechos con telas de red a base de tiras de seda.

Granadino de pro, Antonio Gutiérrez decidió homenajear a Federico García Lorca en el 80 aniversario de su muerte. En el tributo de su paisano se valió de un inicio en negro para pasar a repasar la trayectoria del poeta. El desfile requería haber hecho los deberes en casa, ya que si el símil negro = luto = La Casa de Bernarda Alba fue sencillo, algunas salidas fueron más complicadas de asociar con las obras de Lorca. Doña Rosita la Soltera y Poeta en Nueva York estuvieron ahí, pero no se pudo verlo. Eso sí, los que se quedaron en la superficie disfrutaron de un recorrido de vestidos llenos de detalles y multitud de formas. Para fijarse: la falda en piel de la parte La cogida y la muerte.

Desfile de Antonio Gutiérrez. Fotos: wappissima
Desfile de Antonio Gutiérrez. Fotos: wappissima

A continuación le tocó le turno a Molina. La emblemática casa estructuró el pase en tres ejes: romería, Fería de día (más flamenca) y Feria de noche (más sofisticada). El uso de distintos tejidos, así como desemejanza en cuanto a formas permitió a Molina Modas vertebrar un desfile en el que todas las mujeres tienen cabida.

Y de repente, llegó Cristina García. Este año, los vestidos que han hecho famosa a la diseñadora estuvieron ahí, con volantes de tul, brillos y maxifaldas que cobran vida con cada paso. Y de fondo, acordes épicos para una colección mal presentada. Cierren los ojos y abstráiganse: Fibes por Manhattan. Ahora sí, ¿verdad? Silencio. Cristina García dijo el jueves que no quería palmeros y que la prensa volviese a ser crítica. Desfile corto, muy corto. Doble ración de trajes para el año que viene, por favor.

Tras el espectáculo de la visueña, cerró el día Javier García con un pase que no desmereció a lo visto anteriormente. En “Flores a ella” vimos canasteros con interminables metros de tela, sensualidad por doquier para rematar con salidas en rojo. García trajo una colección que se centra en la tradición andaluza. Claveles, Feria, Semana Santa, verde Esperanza, la plata de los varales y el morado de la túnica del Gran Poder. El estepeño tenía todos los ingredientes para un desfile kistch y fue loable, muy loable, que cogiendo las bases de la tierra, estructurase una colección que raro es que no obtenga el cartel de todo vendido.