El pasado 30 de enero arrancó la XX edición del Salón Internacional de la Moda Flamenca. Y lo hizo con uno de los platos fuertes de la muestra: Lina. Porque cuando se habla de Lina, las presentaciones sobran. A pesar de ello, en esta ocasión se ha notado el cambio generacional en la legendaria firma sevillana. “La gata rosa” dejó ver tintes innovadores en cuanto a estampados y formas asimétricas. No obstante, los amantes de la Lina más pura pudieron disfrutar de la línea “Esencial”, que en nada se aleja de los cortes clásicos y los míticos vestidos sesenteros que tantísimas alegrías le ha dado a las prodigiosas manos de Marcelina Fernández.

Tras el pase de Aldebarán llegó el turno de otra veterana en estas lides: Margarita Freire. La diseñadora afincada en La Luisiana siguió las directrices que han marcado su estilo: faldas cargadas de minivolantes y talles rematados con lazos o flores. Mención especial vuelven a merecer, un año más, los conjuntos dos piezas, así como los acabados: ondulinas, bolillos y tiras bordadas; a los que Freire no renuncia así acucie la crisis. Margarita Freire tampoco olvida los trajes cortos en una colección que dedicó íntegramente a sus dos hijos.

La  tarde continuó con más moda flamenca de la mano de María José Blay. Bajo el nombre de “Veritades”, la coriana mostró una amalgama de estilos que hizo que fuese difícil hilar una historia. Azules klein, tachuelas, negros, estampados… propuestas muy femeninas pero que sin embargo dejaron una leve sensación de déjà vu. No obstante, en los últimos años Blay ha evolucionado refinando su estilo, que en esta ocasión destacó en las propuestas para el Rocío.

Compartiendo desfile con Blay se encontraba Patricia Bazarot, que decidió echar la vista atrás en su primera colección en Simof. Bazarot recuperó las fiestas de la primavera, las verbenas de pueblo y otorgó un aire campestre, ingenuo y sutil a sus diseños. En cuanto a colores, su propuesta se centró alrededor del azul, rojo, blanco y marrón. Los complementos de Candela de Reina remataron sus flamencas.

“Despertares: ritmo y sabor” fue un título premonitorio para la colección de Rocío Peralta. La sevillana encargada de cerrar el día verdaderamente despertó la pasarela de Simof, algo desidiosa por la falta de público del primer día. Lo de Rocío Peralta, más que un desfile, fue una fiesta. Viajó a Brasil y la explosión de color vino sola. Rocío Peralta puso sobre la pasarela un extravagante romance entre culturas: de los corales y azules de las playas caribeñas a los pueblos blancos y el verde campo andaluz. Para esta temporada, Peralta vuelve a poner su plato fuerte en los mantoncillos, cuidadosamente escogidos y traídos desde la India para alegrar el traje más aburrido.