Si al terminar Pasarela de Sevilla alguno de los diseñadores participantes sintiese la desazón del tipo “Nadie hablará de nosotras cuando  hayamos terminado nuestro desfile muerto”, ése precisamente no sería Roberto Diz.

Volvió a casa, volvió. No sabemos si por Navidad, por capricho o por chulería. Lo cierto es que el nuevo enfant terrible de la moda al sur de España consiguió levantar tal expectación como hacía tiempo (sálvese Tolentino, Vicky Martín Berrocal en flamenca y poco más) que no se veía en un  foro sevillano. Sí, había curiosidad en el Casino de la Exposición por ver con qué sorprendería el gallego. Y lo hizo a la par de no dejar indiferente a nadie. Entre su público, muchos amigos (y seguidores) que acudieron a verlo vestidos de negro, tal y como el dress code mandaba. Otros, los modernos, se acercaron embaucados por su estilo díscolo. Y los ávidos de famoseo, se quedaron con las ganas. Porque allí las caras conocidas fueron Laura Sánchez (que al igual que Ana Leticia Fernández brilló entre la oscuridad), Luis Medina y Godelieve, esa muchacha que hasta el pasado viernes para muchos (entre los que me incluyo) era esa modelo de nombre raro ay-que-no-me-sale que ha sido imagen de Desigual y Adidas.

Roberto Diz
Roberto Diz

 

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Vestido de Roberto Diz que ya vimos en Sibi Montes en la última fiesta Marie Claire. FOTOS: aymaricruz.com

 

 

 

Moda hubo y tela que cortar, también. La música, culmen de la modernidad para algunos, un horror para los oídos, para otros, fue una composición a dos bandas entre el Réquiem in D minor de Mozart y música discotequera. Juzguen ustedes mismos. La cita más esperada de Pasarela de Sevilla se tiñó de negro y desde el momento en el que se apagaron las luces y se encendieron los focos, las interpretaciones se multiplicaron. En Roberto Diz hubo recuerdos al inframundo y las profundidades marinas, retazos góticos, poemas de Poe y su cuervo azuzando “Nevermore”. Mientras sobre la pasarela desfilaba la total majestad del negro combinado con pedrería, borlas y lentejuelas, hay quienes echamos la vista atrás hacia los tiempos en los que gozaba de anonimato y, a pesar de exportar a Kuwait o Mónaco, desfilaba sin más público que sus amigos. De ahí que vinieran a la mente en Roberto Diz la evocación del pájaro parlante que visita al escritor susurrándole que nunca más.

 

Roberto Diz
Roberto Diz

 

Roberto Diz
Roberto Diz

 

Pero el pasado viernes el público de Sevilla se puso en pie ante las creaciones de Diz y aplaudió sin cesar al terminar el show. Hoy, cuando han pasado algunos días tras el desfile, aún sobrevuela la duda de cuántas de esas personas entendieron el pase en su totalidad (¿era posible?) y cuántas lo piropearon como se alaba un cuadro de Pollock sin saber muy bien por qué cuatro gotas de pintura son arte y están colgadas en el Moma.

Roberto Diz
Roberto Diz

 

Sea como fuere, lo cierto es que en su último desfile Roberto Diz demostró no ser rencoroso y destiló ingeniosidad en estado puro, ésa que sólo a unos pocos les permite hacer lo que les venga en gana sobre la pasarela y salir airosos de  ella.

 

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Roberto Diz posa con sus modelos al terminar el desfile