Uno de los aforismos latinos que todo el mundo debería tener presente es aquel que dice: “Res, non verba”. Y es que los hechos son los que cuentan en detrimento de las palabras, que por mucho que las estampemos en un papel, al final se las acaba llevando el viento.
“Puro Postigo“, la colección que Alejandro Postigo presentó en la pasada edición de Moda de Sevilla tiene mucho de eso. Fue una sucesión de propuestas que sirvieron para justificar la presencia del joven diseñador en este foro. Porque Postigo consiguió que algunas de sus creaciones se nos quedaran grabadas en la retina tiempo después.
Grabamos su comienzo en amarillo desafiando cualquier superstición, el movimiento de sus vestidos largos, del allure de saber estar que exhalaban sus dos piezas y por encima de todo, el exquisito tul bordado que empleó en algunas de sus prendas.
El romanticismo fue el protagonista, entendido éste no como el espíritu atormentado decimonónico , sino como sentimiento y belleza. Postigo, filántropo y gran conocedor de las artes en todas sus manifestaciones, supo plasmar la delicadeza de una escultura de Cánovas en el pase en blanco o la sensualidad de la Carmen de Bizet cuando adorna de encaje cuerpos y faldas.
Pese al carácter reservado del diseñador, Postigo transformó esa timidez en fuerza, como la que da el uso del verde o fucsia en sus prendas de noche
Porque la moda, como arte que es, ha de transmitir y contar historias. La de este desfile fue un flechazo para el público asistente y crítica, que ha recompensado la labor del creador utrerano.