Que a Juana Martín y a Elio Berhanyer les une algo más que su Córdoba natal es un hecho que queda patente en la última colección que la andaluza presentó en la pasada edición de la Mercedes Benz Fashion Week. No, no, la diseñadora no es aprendiz del veterano (aunque lo considera referente) y a ambos les separa una trayectoria convertida en una vida entre tejidos. Pero las casualidades existen. Martín parece ver la vida como Berhanyer; una Andalucía en blanco y negro semejanza de las mujeres de luto sentadas en la puerta de casas de cal como estampas lorquianas que el maestro no se cansa de relatar en cada entrevista que da.
Pero la diseñadora no sólo coincide en paleta cromática con el modista que fue capaz de decirle que no a Dior por trabajar en su país. Los estampados florales, constantes durante toda la carrera de Berhanyer, también tintaron tejidos como el algodón, la seda, la gasa o el crêpe.
Siguiendo con las líneas continuistas, Juana Martín aprovechó su acertado quejío flamenco, que es donde verdaderamente se mueve como pez en el agua, y abrió escotes y adornó bajos y mangas con tibios volantes. De “Amaya”, su última colección flamenca, toma el binomio blanco y negro y las superposiciones de flores, que en este desfile cobran sentido por estar éste inspirado en la jardinería japonesa.
En definitiva, Juana Martín hace un ejercicio de depuración de siluetas y cortes minimal que visten a una mujer sofisticada hecha para la ciudad.