La pasarela SIQ cerró ayer sus puertas con un balance muy positivo en cuanto a nivel de costura y público pero dejando mucho que desear en su ejecución. A excepción del desfile de Alejandro Postigo, los pases durante el Jueves SIQ 2014 de Tolentino y Vicky Martín Berrocal estuvieron marcados por los retrasos, las aglomeraciones de público y el descontento de la prensa en general. En el caso del sombrerero, la puesta en escena y las modelos, que no llegaban hasta el final de la pasarela, jugaron una mala pasada ya que fotógrafos y asistentes se quedaron sin ver buena parte de las creaciones del cacereño con el consiguiente enfado de aquellos que tanto habían esperado para ver el desfile. En el caso de Vicky Martín Berrocal, su pase se hizo tanto de rogar que retrasó su horario una hora y media obviando que los medios han de cerrar su edición diaria mucho antes.
No obstante estos contratiempos y el buen trabajo de la organización, curtida en mil batallas, no ensombrecieron el cierre de SIQ, que comenzó como ya hemos dicho antes con “L’object trouvé”, la colección de sombreros y tocados de Tolentino. Felipe Vivas sabe lo que hace y en esta ocasión para Jueves SIQ 2014 fijó sus miras en las fotografías de Demarchelier para Vogue, Dior y en el maestro Stephen Jones. Así lo recordaba el uso de celofán y los tocados efectistas que presentó. De igual modo homenajeó al dadaísmo y a la escuela Bauhaus y dotó a sus sombreros de valor estético propio. Porque en Tolentino todo es surrealismo y desenfreno: público, puesta en escena y creaciones, muy trabajadas, únicas, exclusivas y que merecen todo el mérito al creador. Para rematar el desfile Tolentino contó con la colaboración de Myriam Hurtado, Myho, en la cesión de esculturas que se convirtieron ad hoc en corsés y miriñaques.
Alejandro Postigo y Vicky Martín Berrocal
A continuación, Alejandro Postigo fue la viva muestra de que con poco se puede hacer mucho (y bien). Con la mujer y sus múltiples facetas como protagonista, el utrerano concibió un universo de sofisticación y seducción. Esto se traduce en la pasarela en una apuesta por una paleta poco saturada con el blanco como protagonista. Colores níveos en una declaración de amor a los valores más sencillos, rotos por las inclusiones aguamarina y rojo. Vestidos largos de aires etéreos que vuelan desde la austeridad de las líneas puras hasta ajustarse a la cintura, con toques barrocos, encajes naïf y lentejuelas para la noche. Todas estas propuestas se dieron cita en una colección que celebra el glamour del pasado con las tendencias actuales.
Por último en Vicky Martín Berrocal no hubo nada nuevo bajo el sol. Trajes de novia y fiesta con el mismo estilo al que nos tiene acostumbrados la onubense cuando diseña flamenca. Una receta de éxito que temporada tras temporada cautiva a su público fiel.
Fotos: Chema Soler