El primer día de la presente edición del Salón Internacional de la Moda Flamenca se saldó con una tarde en la que los toques clásicos fueron los protagonistas.

Tras la plataforma Emprende Lunares que tuvo lugar por la mañana, la tarde llegó pisando fuerte con Lina como primera protagonista. La firma maestra mantiene su esencia de primeras calidades, batistas perforadas, volumen y volantes de capa y parece consolidar la apuesta por los dos piezas: blusas y faldas. Como complemento estrella, cinturones de raso y mantoncillos de seda o crespón bordados. Este año Lina también incluyó lazos bordados, el mismo adorno que llevaron las modelos en el pelo. En cuanto a paleta cromática vimos el rosa en todas sus versiones y azules, sin faltar los clásicos rojo, blanco y negro.

Merece destacar la colaboración en los pendientes de Benjamín Bulnes.

Después llegó el “Hilo Calé” de Aurora Gaviño, un canto a la libertad de ser quien quieras ser. Y las flamencas de Gaviño se visten con trajes que mezclan tejidos y tienen diferentes alturas de talles. Las mangas de Aurora Gaviño continúan con sus personalísimos volantes y este año se enriquecen aún más.

Aurora Gaviño. Foto: Chema Soler

A continuación, Luis Fernández y Alejandro Santizo ocuparon la pasarela. Una amalgama de volantes, texturas y formas diferentes tenían un nombre: “Serendipia”. Tal título adelantaba que la colección de Luis Fernández iba a sorprender. Y lo hizo con trajes de flamenca elegantes, enriquecidos con perlas y de distintos patronajes. En este desfile volvimos a ver los complementos de Lamágora, creados expresamente para esta colección.

Por su parte Alejandro Santizo hizo su aparición en Simof mostrando los efectistas volantes que tanto le caracterizan. Para esta temporada el diseñador propuso damascos y terciopelos, tejidos poco dados a las temperaturas primaverales andaluzas pero que otorgan empaque a cada uno de sus diseños.

Tras ellos Pilar Vera dio rienda suelta a lo que mejor sabe hacer: entender a la flamenca de la calle y renovar su sello en cada traje que diseña. Los lunares y estampados exclusivos volvieron a tomar el protagonismo en una apuesta decidida por lo personal y único. Muestra de ello fueron los vestidos de una pieza cuyos talles suben a la mitad de la cadera o a la cintura en faldas de amplios vuelos, grandes volantes de capas y
otros más pequeños que dan cuerpo a bajos y mangas y que mezclaban perfectamente lo clásico y lo contemporáneo.

Avanzada la tarde Álex de la Huerta y Ángeles Copete presentaron sendas colecciones. Bajo el título de “American Cherokee”, el de Dos Hermanas  utilizó crepé, gasas y tejidos nobles en colores rosas, mostazas, azules y negros. Del Oeste a la Feria sin quitarnos los flecos de antelina, cinturones de cuero, plumas y ponchos.

Ángeles Copete suavizó los tonos de sus trajes de flamenca, con alguna concesión al verde botella y negro. La diseñadora prefirió los colores suaves y continuó con su apuesta de las faldas de nesgas abiertas.

El día cerró de la mano de Patricia Bazarot y Pedro Béjar. La inspiración japonesa primó en cada uno de los vestidos que se acompañaban por delicadas flores superpuestas, pai pais a modo de peineta y los complementos de Lamágora. “Sakura” (cerezo en japonés) no sólo estuvo presente en la ornamentación de la pasarela, sino que el país del Sol Naciente se vio en sus piezas de líneas asimétricas y patrones incombinables que no habríamos imaginado de primeras en un traje de flamenca.

Los sesenta nunca se fueron de “Omnium”, un canto a la historia de Hinojos (pueblo natal de Pedro Béjar) y su vinculación con el Parque de Doñana. De ahí que Pedro Béjar tomara tonos arena, azules de las playas de Huelva y el verde de los pinares que rodean sus orígenes. Lo esencial de una pasarela debe ser la realidad: que la gente haga suyos los trajes y desee vestirse de flamenca con ellos. Béjar lo logra a golpe de volantes que se mueven fácilmente a pesar de su fastuosidad y los que le han valido para que la gente esperara con interés la llegada de su desfile, el último de la primera maratoniana jornada de Simof.