Cuenta la leyenda que el poderoso califa Abd al-Rahman III se enamoró de Azahara y como prueba de amor hacia la granadina mandó construir la más bella ciudad de la época. El desfile de Juana Martín en Medina Azahara fue, además de una muestra de amor a su tierra, una constante evocación al esplendor andalusí y a ello contribuyó la majestuosidad del conjunto arqueológico, Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

El desfile de Juana Martín en Medina Azahara recurrió al blanco de los almendros en flor que Abd al Rahman III mandara plantar a los pies de la medina para que Azahara no echase de menos la nieve de Granada. Pero también al negro de la noche que cae en Sierra Morena. Blanco, símbolo de la familia Omeya y negro, tan Berhanyer, tan cordobesa la estampa como los sombreros que coronaban a las modelos.

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Foto: Juan Ayala

Tejidos exquisitos, volantes, lunares y volumen fueron sucediéndose en el desfile de Juana Martín en Medina Azahara. Como tan progresivo fue el homenaje a la corte califal trasladada en pedrería y metalizados. Y es que a través de los vestidos a media pierna, dos piezas, faldas.. el público fue descubriendo las huellas del esplendoroso pasado de la ciudad brillante bajo la dinastía de los Omeyas andalusíes.

¿Quién no podría imaginarse, viendo el desfile de la diseñadora cordobesa, cómo serían los fastos de palacio en pleno siglo XXI? Sin duda alguna rezumarían grandeza, como las piezas que formaron “Ciudad de la luz”, que se vieron realzadas gracias al contraste de las paredes de arenisca. Una estampa, la de conjugar moda y enclaves patrimoniales, que fue posible gracias a la iniciativa de aunar patrimonio y moda de la Asociación de Creadores de Moda de España, ACME.

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Foto: A.J. González
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Foto: Juan Ayala