El pasado fin de semana se celebró en Íllora (Granada) el enlace de Lady Charlotte Wellesley y Alejandro Santo Domingo. O lo que es la historia de la vida misma, la vieja Europa nobiliaria con la riqueza del Nuevo Mundo. En Jóvenes y Tendencias nos han gustado desde siempre las bodas reales. Como todos nos sabemos ya que él es cuñado de los Cashiraghi y ella, una it girl la mar de mona, hemos decidido hablar de lo mejor y lo peor de su enlace, o al menos de lo que el ojo pudo ver.
- Camilla Parker Bowles vestida de blanco. Pese a que la tradición es la misma en España que en el Reino Unido, parece que la mujer de Carlos de Inglaterra hizo un “a mi plin, soy Ordóñez Dominguín” y optó por un conjunto blanco para ir a una boda. De lo más apropiado, claro…
- La novia. Ella es guapa, royal, joven (23) y se casa en el campo. So… ¿qué le ponemos a la niña? Su condición merecía un vestido regio (de diez el vestido) sin aportarle más años de la cuenta (pero no se consiguió). Para una boda campestre esperábamos algo más boho. ¿Y qué? Como dice la canción: “It’s my party…”. Pero ya puestos, esperábamos que Lady Charlotte defendiera mejor el vestido y no apareciera en todas las fotos con el vestido remangado. Hay quien la ha llamado pose divertida. A nosotros nos parece que va saltando charcos. Fail.
- La novia II. El velo de plumetti fue todo un acierto al igual que los zapatos de color, más concretamente en verde olivo. Bien, bien y tres veces bien.
Las invitadas de Lady Charlotte
- Invitadas que se tomaron muy en serio que la boda fuera en España. El desfile de invitados fue de lo más variopinto pero la tónica general fue la de la amiga guiri que te la llevas a la feria y le colocas el vestido de volantes de cuando María del Monte iba al Rocío con la Pantoja. Hay quien abusó de los volantes y lunares y no sabíamos sí íbamos a una boda o a una fiesta de disfraces.
- Invitadas que se tomaron muy en serio que la boda fuera en el campo. Como decíamos al principio del post, la celebración tuvo lugar en una espectacular finca familiar. El hippy chic que le faltó a la novia lo pusieron algunas de las invitadas, que parecían salidas de la Kelly Family.
- Invitadas que no sabían que en Íllora había peluquerías. La lluvia jugó una mala pasada al día y eso a la nobleza europea, como a todo hijo de vecino, también le afecta. Vimos muchas melenas ad lib, sin que la GHD estuviera presente.
- Proveedores locales: La novia se decantó por un ramo de Rocío Dávila Ponce de León. Que se note que en España también hay profesionales que están a la altura.
- La madrina y sus bailarinas: La elegancia no está reñida con los tacones. Si la señora no quería perderse ni un detalle de la boda de su hijo, bien por calzarse un zapato plano y bailar hasta las tantas.
- Señoras en los balcones preguntándose quién es quién. En una boda de este calado no podían faltar las señoras opinando qué tal va la una o la otra. A pesar de que en esta ocasión no hubo toreros, cantantes ni famosetes de Telecinco, estamos seguros que las señoras apostadas en los balcones cercanos disfrutaron de lo lindo comentando aquello de: “Ay que ver, con el dinero que tienen y mira cómo va…”. Claro, Spain is different.