El pasado fin de semana el Teatro Quintero (Sevilla) acogió la obra “Dos hombres solos sin punto com ni ná” protagonizada por Manuel Medina y Javier Vallespín. Durante toda la trama, parece que Medina será el que llevará el peso de la ficción, pero pronto el espectador descubre a Vallespín. El antequerano se mete el público en el bolsillo con un monólogo en el que trae a la memoria recuerdos de infancia y episodios cotidianos. Medina, por su parte, hace hincapié en bromas homosexuales, que lejos de resultar irrespetuosas, te aseguran carcajada tras carcajada.

«La improvisación es la madre de la creación; la función de mañana no tiene nada que ver con la de hace un mes»

A pesar de llevar 15 años en escena, la trama no ha perdido frescura y al recurrir a referencias actuales, el texto se ve obligado a ir reinventándose con el tiempo, pero la base de la discusión hilarante de dos compañeros de piso sigue intacta. Manuel y Javier relatan sobre el escenario episodios que podrían sucederle al espectador e interpretan a personajes que todos tenemos presentes en nuestras vidas “reales”. El espectador entra en el salón de la casa de estos dos personajes siendo invitados a descubrir sus peculiares vidas en un día cualquiera y cualquier cosa puede pasar cada noche con esta pareja. En palabras de su autor «La improvisación es la madre de la creación; la función de mañana no tiene nada que ver con la de hace un mes». Sabemos cómo empieza pero … cómo acaba?.

Podría decirse que Dos hombres solos se trata de una obra de tópicos pero que consigue que más de dos horas y media de espectáculo parezcan minutos y que el espectador se quede con ganas de más. Por algo la butaca 1 y 3 del Teatro Alameda de Málaga llevan el nombre de sus protagonistas y hasta la propia Reina Sofía haya sucumbido a estos dos andaluces.